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intereses, posturas y estilos personales que se ponen a prueba en la dinámica con los otros.

Período de mayor posibilidad de involucramiento en conductas de riesgo, por ejemplo, en el

campo de consumo de drogas, en aspecto de la sexualidad, etc.

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Adolescencia final o tardía: 17-18 a 19 años. Última fase del camino hacia el logro de identi-

dad y autonomía. En general el adolescente ha aprendido de sus experiencias y según cómo

éstas hayan sido, y el equilibrio con factores de riesgo y conductas protectoras, las conductas

de riesgo se intensificarán o más frecuentemente disminuirán progresivamente.

Es habitual la subestimación de los riesgos en los adolescentes en diferentes circunstancias.

Principalmente cuando está en juego su imagen, o se han habituado a esas conductas, cuando

creen poder controlar los riesgos y/o tienen expectativas de daños poco significativos, o se rela-

ciona con importantes ganancias personales que alimentan su búsqueda de identidad o tienen

una actitud fatalista y creen que los riesgos son inevitables.

Para diagnosticar una conducta límite (y que no caiga aun en la dimensión de la franca psi-

copatología), se requiere que el joven tenga o haya tenido un desarrollo psicológico y cognitivo

normal, que la experiencia no se repita ni se vuelva hábito o cotidiana, que el contexto familiar

sea relativamente sano y que la conducta origine culpa, arrepentimiento o deseo de reparación.

Es preocupante cuando los comportamientos y las conductas de riesgo ocasionan discapacida-

des y morbilidades inmediatas o crónicas, interfiriendo su calidad de vida, las cuales son más

frecuentes cuando el adolescente presenta varias de ellas a la vez, y más preocupantes dado que

podrían conformar estilos de vida poco saludables o patologías que los condicionen en la etapa

adulta, tal como el tabaquismo. Así mismo se ha visto, que los abordajes preventivos son más

eficientes y su efecto es más duradero en el tiempo, cuando se aborda más de una temática de

riesgo a la vez.

En el proceso de determinar la normalidad o anormalidad psicológica infanto juvenil, es nece-

sario utilizar, además de los criterios habituales de normalidad (estadístico, de aprobación social),

el criterio de normalidad del desarrollo (evolutivo), el cual permite conocer cuándo la visión de sí

mismo y del mundo corresponden a lo esperado para la edad, lo que implica cierta calidad de la

percepción de mundo, de sí mismo, de simbolización, de pensamiento y del modo de integración

afectiva y de las relaciones interpersonales. Además de ser evolutiva y genética, se debe consi-

derar las relaciones del individuo con la sociedad y el ambiente, que permitirá comprender si las

manifestaciones de esa relación interdependiente es sana y observar cómo se va modificando en

el desarrollo.

Teorías de protección y resiliencia

Este aspecto es importantísimo a considerar desde la perspectiva de la prevención e inter-

vención. Las conductas de protección son múltiples acciones voluntarias o involuntarias, que

pueden llevar a consecuencias protectoras para la salud. La resiliencia es entendida como aquella

característica humana que permite recuperarse y superar la adversidad. Es un concepto que nos

centra en los factores protectores, que pueden ser propios como la inteligencia, locus de control

interno, sentido del humor y habilidades empáticas; o externos o circunstanciales como la cohesión

familiar, al menos un padre amoroso, sentido de pertenencia escolar, etc.

No debemos dejar de lado que vivenciar situaciones problemáticas graduadas y controladas,

puede contribuir de manera positiva si se consideran los potenciales aprendizajes, como el apren-

der a responder en forma adecuada, saludable y constructiva, las posibilidades de fortalecer la

autoestima y autoeficacia a través de logros, de desarrollar destrezas sociales y tomar decisiones.

Los adultos más cercanos, como los padres, constituirán una fuente fundamental de modelaje,

pero también pueden ser factores externos positivos, al ser fuentes de apoyo y crecimiento, los

pares, el colegio, la comunidad y la sociedad.

Teoría del desarrollo juvenil positivo

Esta mirada más que aspectos puntuales del desarrollo, logro de metas específicas, ambiente

o personalidad del adolescente, tiene una mirada del individuo completo. Se refiere al desarrollo

normal y saludable en toda circunstancia, y no sólo en la adversidad.