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La telemedicina y la cibermedicina, términos derivados de la integración entre medicina, in-

formática y salud pública, han cambiado la forma en que el médico se comunica con su paciente

o sus familiares. En el caso de la pediatría, esta situación requiere, por una parte, de padres

altamente perceptivos de lo que sucede con su hijo y que tengan una actitud crítica frente a la

información biomédica a la que acceden desde los medios; y por otra parte, requiere a un pro-

fesional dispuesto a recibir las consultas de salud efectuada a través de los medios, de capacidad

de recomendar sitios web con información confiable para padres y mantener un equilibrio entre

la capacidad de responder oportunamente a dudas de familiares y la cautela al resolver hipótesis

diagnósticas muy específicas para minimizar el grado de responsabilidad ante un eventual error

diagnóstico o de prescripción.

Impacto en la relación médico-paciente

Actualmente, y especialmente en el sistema privado, los padres se comunican con frecuen-

cia creciente con su pediatra a través de correo electrónico, mensajería de texto o perfiles de

usuario, incluyendo fotos de signos clínicos o resultados de exámenes y estudios de imágenes,

relatando síntomas y signos percibidos en su niño para la interpretación semiológica, formula-

ción de un diagnóstico y recomendación terapéutica, permitiendo ahorro de tiempo y menor

costo familiar o institucional. El médico pediatra debe plantearse una opción frente a estos

requerimientos: Dar espacio acogiendo a esta forma de comunicación, o no dar pie a ésta.

Dada la penetración de las TIC, esta última opción se hace cada vez más difícil de sostener y las

consultas a través de los medios alcanzan una realidad creciente. Sin embargo, el profesional

no puede dejar de considerar que esta forma de enfrentar una consulta de salud no está exenta

de vulnerabilidades, tanto de tipo clínico como de tipo legal. Existen situaciones semiológicas

en que el establecimiento de un diagnóstico es posible; sin embargo, es preferible ser muy cau-

teloso en la respuesta que a través de los medios se haga frente a estos requerimientos y ante

la más mínima duda es preferible verificar los hechos con una evaluación directa del paciente,

cuando las condiciones así lo permitan.

Una situación particular se genera en el campo de la confidencialidad y debido resguardo de

la información que se recoge a través de imágenes, resultados de exámenes y conversaciones

privadas sobre temas que pueden tener implicancias médico-legales o relacionadas a información

que podrían impactar en seguros de salud o de vida, respecto de las cuales nuestra legislación aún

deja vacíos muy importantes.

El almacenamiento de datos confidenciales en dispositivos

electrónicos que pueden ser extraviados o sustraídos, puede exponer espacios privados

a un escrutinio público

.

Este tipo de comunicaciones ha probado tener utilidad en lugares apartados, con escaso

equipamiento, ausencia de especialistas o de difícil acceso y desplazamiento. Procedimientos

como teleconsultas, teleradiología, telepatología, telemonitoreo y telementoría (cirugía a distan-

cia asesorado por un experto), constituyen estrategias diagnósticas o terapéuticas que poco a

poco, y no sin dificultades, han ido posicionándose para dar soluciones clínico-terapéuticas bajo

circunstancias especiales.

Por otro lado, el acceso a información biomédica pediátrica, a través de los medios, está dispo-

nible no solo para los equipos de salud, permitiendo la revisión o actualización respecto del tema

en consulta y la colaboración a distancia, sino que también para la familia e incluso el propio niño,

Semiología e Impacto de las Tecnologías

de Información y Comunicación (TIC)

Francisco Moraga M.

Francisco Barrera Q.

CAPÍTULO 2