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El cáncer en niños es poco frecuente. La incidencia esperada de cáncer, en menores de 15

años, es de 12 por 100.000 menores por año, siendo algo más frecuente en varones. En Chile

se calcula en cerca de 440-590 casos nuevos al año. Según las bases de datos PINDA, ocurrirán

5,5-9,3 casos nuevos de tumor sólido por 100.000 menores de 15 años. La sobrevida a 5 años

alcanza un 78%, la mortalidad en este mismo grupo etario es de 3,7 por 100.000.

La neoplasia más frecuente en la infancia es la leucemia aguda (40%), seguida por los tumo-

res de sistema nervioso central (17%), linfomas (13%), y en cuarto lugar una gran cantidad de

tumores llamados “sólidos”, derivados de partes blandas, hueso y el resto de los órganos (46%).

De ellos, un 7% son tumores óseos; 6% de partes blandas; 4% germinales; 4% tumor de Wilms;

3% neuroblastomas y 2% misceláneas.

El crecimiento de los tumores en la infancia es rápido, presentándose inicialmente por síntomas

inespecíficos, que son compartidos por otras enfermedades habituales en pediatría, lo que puede

llevar a un retraso en el diagnóstico.

Al evaluar un niño con un probable tumor sólido, la anamnesis y examen físico son funda-

mentales para una primera aproximación diagnóstica. Es importante conocer la frecuencia de los

distintos tumores en los distintos grupos etarios, para así saber lo que se busca. Por ejemplo, los

tumores embrionarios como neuroblastoma, rabdomiosarcoma, retinoblastoma, meduloblastoma

son más frecuentes en niños más pequeños, siendo los linfomas, sarcomas como el de Ewing u

Osteosarcoma diagnosticados habitualmente en edades cercanas a la pubertad.

Los tumores sólidos generalmente se presentan como un aumento de volumen en el sitio que

comprometen.

El estudio deberá estar orientado a determinar la localización, extensión y diseminación del

tumor, así como realizar una confirmación diagnóstica realizando una biopsia, cuyo tipo depen-

derá de la localización del tumor.

La evaluación histológica de la biopsia será el método utilizado en la mayoría de los casos para

confirmar el diagnóstico. Se deberá realizar además inmunohistoquímica y biología molecular

de acuerdo a cada tipo de tumor. En algunas situaciones se puede confirmar el diagnóstico con

imágenes o marcadores tumorales orientados según la sospecha diagnóstica.

Se deben realizar estudios de imágenes, indispensables para orientar el sitio del tumor pri-

mario.

Tumores del

sistema nervioso central:

Realizar TAC y RNM de cerebro, RNM de médula

espinal completa y citología de LCR si corresponde por el tipo de tumor.

Tumores de abdomen:

Ecografía de abdomen, TAC de abdomen y pelvis, radiografía y TC

de tórax, determinación de alfafetoproteína, gonadotropina coriónica subunidad beta.

Tumores óseos:

Radiografía ósea, RM de la zona comprometida, radiografía y TC de Tórax,

cintigrama óseo con tecnecio.

Tumores de partes blandas:

Radiografía, TAC, ecotomografía del sitio primario. Resonan-

cia magnética en tumores de cabeza, cuello y extremidades. Resonancia magnética en tumores

paravertebrales. TC en tumores de tórax, intrabdominales, pélvicos. Resonancia magnética en

tumores parameníngeos.

Tumores del ojo:

Ecografía, RNM, fondo de ojo.

Es necesario realizar una evaluación de extensión o etapificación del tumor, con un examen

clínico exhaustivo, verificando el estado general del paciente, presión arterial, evaluar presencia de

palidez, fiebre, anomalías congénitas, examen neurológico, descripción, localización y medición

del tumor.

Tumores sólidos en la infancia

Marcela Venegas F.

CAPÍTULO 17