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capítulo 3: Nutrición

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En caso de no disponer de estas fórmulas, la leche purita fortificada (LPF) aún está en uso por

el Programa Nacional de Alimentación Complementaria (PNAC). Se está evaluando un programa

piloto para incorporar una fórmula de inicio para el primer año de vida, bajo un estricto proto-

colo. En caso de usarse LPF, ésta debe reconstituirse al 7,5% para evitar un aporte excesivo de

proteínas, calcio, fósforo y sodio, adicionada de 3% de maltosa dextrina (o sacarosa, si no está

disponible la anterior) y 2% de aceite vegetal (soya, canola) para cubrir los requerimientos de

ácidos grasos esenciales omega-6 y omega-3.

En caso de ser insuficiente la leche materna en el < 5 meses cumplidos se recomienda iniciar

la alimentación sólida para complementar la LM, evitando el uso de fórmula de inicio si es posible.

Alimentación del niño de 6 a 12 meses

El ideal es mantener la lactancia materna, agregando a esta edad la alimentación comple-

mentaria. De ser insuficiente la leche materna, o si ésta no es posible, la recomendación es el

uso de las fórmulas comerciales de inicio o continuación. Si el niño está recibiendo leche purita

fortificada, se mantendrá reconstituida al 7,5% con la adición de cereal al 5% para completar las

recomendaciones de energía; no se agregará aceite ya que éste se incorpora en la alimentación

complementaria.

Alimentación complementaria

Consiste en la administración de cualquier alimento sólido o líquido distinto a la leche cuyo

objetivo es satisfacer las necesidades de nutrientes y favorecer el desarrollo normal de la conducta

alimentaria ofreciendo al niño nuevas texturas y sabores.

La alimentación complementaria debe iniciarse a los 6 meses de edad (no antes de los 5 meses

ni después de los 6 meses) dado que a partir de esa edad la lactancia materna presenta riesgo

de no cubrir las demandas de energía, proteína y micronutrientes en especial

Fe

,

Zn

; existe a esa

edad una madurez morfofuncional adecuada en cuanto a digestión y absorción de alimentos y un

desarrollo psicomotor madurado para recibir alimentación más sólida: control de cabeza y tronco,

desaparición del reflejo de extrusión, capacidad adecuada de deglución, uso de la musculatura

masticatoria y el niño a esa edad es capaz de manifestar sensaciones de hambre y saciedad.

La neofobia, definida como el rechazo inicial a los nuevos alimentos corresponde a un fe-

nómeno fisiológico a esa edad, por lo que se debe continuar ofreciendo el alimento en nuevas

ocasiones hasta su aceptación.

Debe ofrecerse al niño una papilla licuada de consistencia suave que contenga en su composi-

ción cereal, verduras variadas, carnes magras de vacuno, pollo o pescado (30 g por porción), aceite

vegetal crudo de preferencia canola o soya 2,5-3 ml al momento de servir, no se debe agregar

sal. El postre ofrecido debe ser puré de frutas crudas o cocidas; se recomienda no agregar azúcar

ni endulzantes artificiales.

Las legumbres se deben incorporar entre los 7-8 meses guisadas con cereales que reemplaza-

rán a la papilla de verduras con carne; se recomienda su consumo 2 veces por semana.

El huevo puede incorporarse entre los 9-10 meses.

La alimentación complementaria debe aportar una densidad energética entre 65-70 Kcal/100

g.

El volumen a administrar debe ser progresivo según la tolerancia del niño llegando hasta 150

g a los 8 meses considerando 80-100 g de postre. A partir de los 9 meses aumentar la papilla a

200 g manteniendo el postre. La consistencia puede ir aumentando a comida molida en torno al

año de edad y a picada después de los 18 meses, junto a la erupción de las muelas.

La segunda comida se debe incorporar 1 a 2 meses después de la primera, suspendiendo la

leche correspondiente a ese horario.

En épocas calurosas puede ofrecerse al niño agua (hervida si no se cuenta con agua potable)

en cantidades de 20 a 50 ml 2 a 3 veces separada de los horarios de leche, sin adición de azúcar,

miel ni otro saborizante; no debe ofrecerse refrescos en polvo o líquidos, bebidas azucaradas ni

soda. Se recomienda no introducir jugos de fruta (de ningún tipo) en la alimentación del niño

menor de 1 año, no ofrecen beneficios y pueden reemplazar la ingesta de LM o fórmula láctea.