Endocrinología
Dieta mediterránea favorece tratamiento farmacológico
La pandemia de la diabetes tipo 2 es un enorme problema de salud pública, con 380 millones de casos a nivel mundial proyectados para el 2025. Los estudios respectivos han demostrado considerables reducciones en el riesgo de diabetes tipo 2 cuando se modifican saludablemente los estilos de vida. A pesar de este efecto beneficioso, la Asociación Americana de Diabetes (ADA, por sus siglas en inglés) recomienda que los pacientes con diagnóstico reciente sean manejados con farmacoterapia, así como la aplicación de algunos cambios de estilo de vida. La justificación para la terapia combinada es de suponer que cada forma de tratamiento por sí sola es imperfecta. Pero estos cambios a menudo son insuficientes, porque los pacientes no pierden peso, lo recuperan o la diabetes empeora independientemente del peso.
Maiorino Esposito y colaboradores de la Universidad de Nápoles, Italia, compararon los efectos de un esquema mediterráneo bajo en hidratos de carbono y una dieta baja en grasas en un tratamiento farmacológico antidiabético en pacientes con diagnóstico reciente de diabetes tipo 2. La aleatorización fue generada por computadora y no estratificada. Se consideraron 215 personas con sobrepeso tratados con un fármaco antidiabético y con niveles de hemoglobina A (1c) (HbA (1c)) menorea al 11%. Los esquemas fueron una dieta mediterránea (<50% de las calorías diarias de hidratos de carbono) (n = 108) o una dieta baja en grasa (<30% de las calorías de la grasa) (n = 107).
Después de 4 años, el 44% de los pacientes bajo dieta mediterránea y el 70% del grupo con dieta baja en grasas requirió tratamiento (diferencia absoluta, -26,0 puntos porcentuales [IC del 95%: -31,1 a -20,1 puntos porcentuales]; riesgo 0,63 [IC, 0,51 a 0,86]; riesgo ajustado para el cambio de peso, 0,70 [IC, 0,59 a 0,90], P <0,001). Los participantes asignados a la dieta mediterránea perdieron más peso y experimentaron una mejora mayor en algunas medidas de la glucemia y el riesgo coronario que aquellos asignados a la dieta baja en grasas.
En conclusión, en comparación con una dieta baja en grasas y en carbohidratos, la alimentación tipo mediterránea condujo a un cambio más favorable en el control de la glucemia y en los factores de riesgo coronario, retrasando, además, la necesidad de tratamiento antidiabético en pacientes con sobrepeso y diagnóstico reciente de diabetes tipo 2.
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