Cardiología y nutrición
Efectos favorables para la enfermedad cardiovascular tendría la leche suplementada con vitaminas, ácidos grasos n-3 y ácido oleico
La enfermedad cardiovascular (ECV) es la principal causa de muerte en Europa, EE.UU. y una parte importante de Asia. Una variedad de factores de riesgo se asocian a ella, que incluyen niveles altos de colesterol total y homocisteína, hipertensión, diabetes, valores bajos de colesterol HDL y antioxidantes, la mayoría de ellos influenciados por el hábito alimenticio. Los efectos positivos de la dieta mediterránea en la ECV se relacionan con el consumo reducido de grasas saturadas y una ingesta rica de aceites de oliva, frutas, vegetales y antioxidantes. Los alimentos con ácidos grasos monoinsaturados, especialmente el ácido oleico, han demostrado tener un efecto positivo en la disminución de las concentraciones plasmáticas de triglicéridos y del colesterol, sin afectar los niveles del colesterol HDL en normolipídicos sanos.
Un número considerable de investigaciones han estudiado los efectos favorables en la prevención de la ECV de los ácidos grasos poliinsaturados n-3 y de los ácidos eicosapentaenoico (AEP) y docosahexaenoico (ADH), específicamente en aterosclerosis, en enfermedad coronaria, en enfermedad inflamatoria y también, en desórdenes de comportamiento. Aunque el mecanismo exacto por el cual estos ácidos grasos ejercen un efecto ateroprotectivo sigue siendo confuso, ellos definitivamente presentan características antiinflamatorias, además de prevenir la arritmia, inhibir la síntesis de citoquinas, de mitógenos, de la aterosclerosis y de la trombosis, estimula el óxido nítrico de origen endotelial y disminuye los niveles de lípidos en la sangre. Por otra parte, estudios epidemiológicos han evidenciado que altas concentraciones de homocisteína se asociarían a riesgos coronarios más altos en enfermedad vascular, sea periférica, cerebral o coronaria, inversamente relacionadas con los niveles sanguíneos de folato y de vitaminas B12 y B6.
En el Hospital Universitario San Cecilio de Granada en España, se utilizó a la leche como “vehículo” de ácidos grasos n-3, ácido oleico y de vitaminas E, B6 y ácido fólico con el objetivo evaluar los efectos de este alimento suplementado en los factores de riesgo para la ECV. Para ello, participaron 30 voluntarios normolipídicos jóvenes, 15 hombres y 15 mujeres, con rango de edad entre 20 y 45 años. De forma previa, se les exigió que ninguno de los participantes tomara automedicación que pudiese influir en el metabolismo lipídico y que no tuvieran ninguna enfermedad crónica ni metabólica. Para el correcto desarrollo del estudio, se instó a los voluntarios a no cambiar sus hábitos de actividad física y su dieta habitual el tiempo que durara el estudio. La metodología de investigación consistió en que los participantes tomaran 500cc de leche semidescremada enriquecida con vitaminas A y D desde el comienzo y durante 4 semanas, a partir del cual se sustituyó por 500cc de leche semidescremada al día enriquecida con ácidos grasos n-3, ácido oleico, vitaminas A, D, E, B6 y ácido fólico, durante 8 semanas más.
Se tomaron muestras de plasma y lipoproteínas LDL al comienzo del estudio y en las semanas 4, 8 y 12 respectivamente. Los resultados arrojaron que el consumo de leche enriquecida con n-3 produjo una significativa disminución de la concentración plasmática de colesterol total (en un 6%) y de colesterol LDL (en un 16%), acompañados por una reducción de los niveles en el plasma de la homocisteína (de un 16%). La oxidabilidad del plasma y del LDL y las concentraciones de las vitaminas permanecieron estables a través del estudio, aunque se observó una significativa baja en los valores plasmáticos de la molécula de adherencia celular vascular 1 y un aumento de la concentración de ácido fólico.
En conclusión, se señala que el consumo de ácidos grasos n-3 a través de leche suplementada es una manera efectiva de aumentar la ingesta de este tipo de ácidos grasos los cuales ya tienen un efecto “cardiosaludable” comprobado.
Fuente bibliográfica
Clinical Nutrition 2003; 22(2):175-82