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tardo en el llenado capilar, el letargo y la hipotermia, por lo que se requiere una estricta vigilancia

de los recién nacidos que tienen un factor de riesgo de sepsis. Existen estrategias de prevención

de sepsis neonatal (revisadas en otro capítulo), pero lo más importante es el uso de una estricta

medida de asepsia durante el manejo del recién nacido. Es así como, por ejemplo, la inserción de

líneas centrales debe ser realizada por una persona entrenada en dicho procedimiento, ya que se

ha demostrado que cuando hay un equipo dedicado a esto, la tasa de sepsis se reduce y aumenta

la eficacia. El RN que requiere antibióticos debido a sospecha de sepsis debe recibir la primera

dosis de antibiótico en la hora de oro y previa toma de hemocultivos.

Seguimiento precoz y manejo del ductus arterioso persistente

El ductus arterioso persistente (DAP) forma parte del perfil de morbilidad típico del recién na-

cido prematuro, con una alta incidencia que es inversamente proporcional a la edad gestacional,

con una tasa de alrededor del 20% en los prematuros nacidos a las 32 semanas de gestación

en comparación con un 80-90% en recién nacidos de muy bajo peso con una edad gestacional

inferior a 26 semanas. La probabilidad de cierre espontáneo del ductus en los RN a término sin

cardiopatía congénita es muy alta. En el recién nacido prematuro, sin embargo, las tasas de cierre

son más pobres. Estudios recientes han demostrado que el DAP se habrá cerrado espontánea-

mente al final de la primera semana de vida en alrededor del 73% de los prematuros con una

edad gestacional de 28 semanas. El DAP se asocia con mayor mortalidad y diversas comorbilidades

incluyendo insuficiencia cardíaca, necesidad de soporte respiratorio, displasia broncopulmonar,

hemorragia pulmonar o intracraneal y enterocolitis necrosante. En este contexto, se convirtió en

práctica común en los años noventa una estrategia de cierre farmacológico agresivo o quirúrgico

del ductus en muy prematuros. Hoy en día, sabemos que no existe una verdadera causalidad

probada entre la mortalidad, las morbilidades neonatales, y DAP. Las indicaciones para cerrar el

ductus, por lo tanto, han disminuido drásticamente, y el procedimiento sigue siendo controvertido.

El enfoque actual es limitar el tratamiento a RN con más probabilidades de beneficiarse de la inter-

vención, es decir, los recién nacidos de muy bajo peso al nacer, en particular aquellos con soporte

respiratorio y con riesgo de desarrollar rápidamente un ductus hemodinámicamente significativo.

Como los signos clínicos del DAP no son sensibles o lo suficientemente específicos, todos

los prematuros extremos en riesgo de desarrollar DAP deben someterse a una ecocardiografía

precoz, entre 12-24 horas incluso 6 horas en los menores de 1.000 g. Aunque DAP es el foco de

la ecocardiografía funcional, el RN siempre debe someterse a una ecocardiografía completa. Un

ecocardiograma inicial permite excluir una cardiopatía congénita estructural, evaluar la función

ventricular y medir diferentes aspectos de la circulación transicional como, por ejemplo, las pre-

siones pulmonares.

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