Estudio Hunt
Mayor presión de pulso disminuiría los dolores de cabeza
Durante muchos años, se ha asumido erróneamente que la cefalea es más frecuente entre las personas con presión arterial (PA) alta. Varias publicaciones han apoyado este punto de vista, y la introducción de beta-bloqueadores en el tratamiento profiláctico de la migraña podría explicar por qué este mito persiste. En la década de los noventa, los estudios epidemiológicos no demostraron asociación alguna entre el dolor de cabeza y la hipertensión, y la clasificación internacional para la cefalea establece que las presiones arteriales, leves o moderas, no son causa para la enfermedad. Esto fue confirmado el 2002 por los datos noruegos provenientes del Nord-Trondelag Health Study (HUNT) realizado con 22685 adultos, e incluso, este ensayo indicó que las altas presiones sistólicas y diastólicas podrían estar asociadas con un menor riesgo de jaquecas en los no migrañosos. En particular para la migraña, no se encontró una asociación clara. Estudios posteriores sobre la influencia de la PA en la prevalencia del dolor de cabeza han dado pruebas adicionales en apoyo a lo anterior.
El objetivo del presente estudio fue conocer la asociación entre la presión arterial (sistólica, diastólica, presión arterial media, y presión de pulso) y la prevalencia de migraña, la cefalea no migrañosa, y el efecto de la medicación antihipertensiva sobre la misma relación. Los autores utilizaron la información generada por dos grandes investigaciones epidemiológicas: el Nord-Trondelag Health Survey de 1984-1986 (HUNT-1) y el de 1995-97 (HUNT-2).
Los resultados determinaron que un aumento de la presión arterial sistólica se asociaba con la disminución de prevalencia para el dolor no migrañoso y para la migraña. El hallazgo más consistente y sólido, sin embargo, fue que el incremento de la presión de pulso estaba vinculada a la disminución de la cefalea no migrañosa y de la migraña, y en ambos sexos, tanto en el análisis prospectivo y como en el de sección transversal. En sujetos que habían utilizado medicamentos antihipertensivos, este hallazgo fue menos claro.
En conclusión, el aumento de la presión arterial sistólica y de la presión de pulso, está relacionado con la rigidez arterial y puede disminuir la prevalencia del dolor de cabeza a través de la modulación del arco barorreflejo, que a su vez genera hipoalgesia. Esto se debe a un fenómeno denominado hipalgesia asociado a hipertensión. Se supone que la estimulación del arco barorreflejo en respuesta al aumento de la presión arterial inhibe la transmisión del dolor, tanto a nivel de la columna vertebral como supraespinal, posiblemente debido a una interacción de los centros de la nocicepción y a la modulación de reflejos cardiovasculares en el tronco cerebral.
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