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Trastornos del espectro alcohol fetal
Sofía Aros A.
CAPÍTULO 4
Los efectos de la exposición prenatal a alcohol constituyen un continuo de discapacidades
que representan un espectro de leve a severo, que se ha denominado trastornos del espectro
alcohólico fetal (TEAF) o más frecuentemente usado
Fetal Alcohol Spectrum Disorders
(FASD).
El alcohol es un teratógeno. Es la principal causa ambiental de discapacidad mental. Es comple-
tamente prevenible, pero una vez establecido, el daño neurológico es permanente. La prevención
y educación deben ser preconcepcionales, iniciándose en la edad escolar.
La Academia Americana de Pediatría declara que NINGUNA cantidad de alcohol ingerido
durante el embarazo puede ser considerada segura, que no hay trimestre seguro para consumir
alcohol, que todos los tipos de alcohol tienen similar riesgo y que el beber episódico es de efecto
más grave sobre el sistema nervioso.
El pediatra cumple un rol fundamental en la identificación de niños afectados por FASD, en
la coordinación y optimización de los cuidados y en la prevención de futuros embarazos con ex-
posición a alcohol en esa madre.
Según datos de la OMS, Chile se ubica entre los países con alto consumo de alcohol y en
América Latina ocupa el primer lugar. El consumo de bebidas alcohólicas en el embarazo es un
importante problema de salud pública. En el consultorio de Maipú en Santiago un 57,4% de las
embarazadas en control ha bebido alcohol en algún momento de la gestación y un 3,7% de ellas
en niveles de alto riesgo para el feto, cifras similares a la mayoría de los reportes en el mundo. Si
extrapolamos este número a los recién nacidos vivos (RNV) en 1 año, 9.250 niños en Chile esta-
rían expuestos y en alto riesgo de dificultades escolares, problemas legales, abuso de sustancias
y problemas de salud mental. Muchos trabajos demuestran que la ingesta promedio de un trago
al día (12 g de alcohol absoluto equivalente a 100 cc de vino, 300 cc de cerveza, 30 cc de pisco,
25 cc de whisky), pone al niño en riesgo de presentar defectos relacionados con el alcohol. Tanto
la ingesta diaria como el beber episódico son de riesgo para el feto. Con cantidades consideradas
de muy alto riesgo, como 4 tragos al día, el 30% a 50% de los niños expuestos presenta daño
atribuible a alcohol. Se ha demostrado que el beber episódico (binge) definido para la mujer,
como 3 a 5 o más tragos por vez, es el más deletéreo para el desarrollo fetal, en especial para el
sistema nervioso.
Para el diagnóstico de FASD, el primer elemento es la documentación de exposición prenatal
a alcohol significativa. Durante el embarazo el equipo de salud tiene la responsabilidad de la de-
tección precoz de este hábito. La identificación en el control prenatal, de las mujeres que están
consumiendo alcohol y drogas, se hace especialmente difícil porque la mayoría tiende a ocultar
este antecedente. La mujer habitualmente niega o minimiza el consumo en una primera entrevista,
especialmente si se efectúa la pregunta directamente. Si es posible generar un ambiente de cierta
confianza con un entrevistador amistoso y con una encuesta que hable de la alimentación en
general, se logra una mayor y mejor información. Es de ayuda utilizar elementos indirectos que
sugieren el beber excesivo; en el estudio en Chile se identifica como indicadores útiles de consumo
excesivo de alcohol el haber comenzado a beber a temprana edad, el sufrir episodios de embria-
guez, la baja autoestima, los problemas para alimentarse y relacionarse con otras personas y los
trastornos del sueño. Hoyme et al, agregan como indicadores importantes los problemas legales
asociados al consumo, el beber
≥
6 tragos por semana por
≥
2 semanas durante el embarazo o
beber
≥
3 tragos por ocasión por
≥
2 episodios. También es útil preguntar específicamente por
el trimestre previo al embarazo, ya que es probable que ese patrón se mantenga al inicio de la
gestación y diferenciar cuánto bebía antes de saber que estaba embarazada, lo que disminuye la
culpa y hace más veraz el reporte.
Así como es difícil que la madre reporte la ingesta, también es difícil identificar precozmente al
niño expuesto. Se ha estimado que la incidencia de la forma más severa del espectro, el síndrome