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Las urgencias oncológicas son un capítulo importante dentro de la pediatría general, ya que

aumentan la morbilidad de nuestros pacientes y pueden dejar secuelas e incluso llevar a la muerte

de no ser diagnosticadas y tratadas en forma oportuna. Existe una gran variedad de urgencias

oncológicas las que pueden presentarse al diagnóstico de la enfermedad, en el trascurso de ésta,

o como consecuencia del tratamiento con quimioterapia. En este capítulo solo nos referiremos a

algunas de ellas: lisis tumoral, síndrome de vena cava superior, compresión medular y neutropenia

febril.

Síndrome de lisis tumoral (SLT)

El síndrome de lisis tumoral es en una de las complicaciones metabólicas más frecuentes

en la patología oncológica pediátrica, con una incidencia de entre 3 y 6% en los pacientes con

patologías de alto riesgo de presentar esta entidad. Esta se presenta principalmente en tumores

de gran tamaño, de crecimiento rápido o muy quimiosensibles (leucemia linfoblástica aguda

y linfoma no Hodgkin principalmente). Puede aparecer al debut de la enfermedad, pero más

frecuentemente se manifiesta en los primeros días de inicio de quimioterapia. Se caracteriza por

una triada clásica compuesta por: hiperuricemia, hiperkalemia e hiperfosfemia, muchas veces

asociado a hipocalcemia y falla renal que en hasta un tercio de los casos requiere de terapia

de reemplazo renal. Las alteraciones metabólicas asociado a la liberación de citoquinas pueden

producir otras complicaciones como arritmias, convulsiones y falla orgánica múltiple. El pilar

principal del tratamiento de lisis tumoral es la prevención, por lo que un alto índice de sospecha

es fundamental.

a) Criterios diagnósticos

No existe una definición universal del síndrome de lisis tumoral, pero los criterios de Cairo y

Bishop son los más utilizados. Estos se basan en parámetros clínicos y de laboratorio. Del punto

de vista de laboratorio se plantea que estamos frente a un SLT si el paciente presenta dos de los

siguientes: hiperuricemia (mayor a 8 mg/dl, o aumento del 25% del basal), hiperkalemia (mayor

a 6 mEq/L, o aumento del 25% del basal), hiperfosfemia (mayor a 5 mg/dl o aumento del 25%

del basal) e hipocalcemia (calcio corregido menor a 7 mg/dl o < 1,12 si es calcio iónico, o dismi-

nución de 25% del basal). Los criterios clínicos incluyen: falla renal aguda, arritmias, convulsiones

y muerte.

b) Fisiopatología

Como su nombre lo indica, es secundario a la destrucción de células tumorales. La destrucción

masiva celular produce liberación de potasio, fósforo y ácidos nucleicos al torrente sanguíneo. El

riñón es el principal responsable de la eliminación de estos, pero cuando su capacidad excretora es

sobrepasada, se puede producir falla renal aguda secundaria a uropatía obstructiva por formación

y precipitación de cristales de ácido úrico, fosfato de calcio y xantinas.

c) Prevención y tratamiento

El pilar fundamental del tratamiento es la prevención. Una vez instalado el SLT su tratamiento

debe ser enfocado a corregir las alteraciones hidroelectrolíticas y manejar la falla renal. El manejo

del SLT incluye:

1. Hidratación:

Es probablemente la medida más importante. Su objetivo es aumentar la ex-

creción renal de solutos y disminuir el riesgo de formación (y, por lo tanto, precipitación) de

cristales. No hay claridad respecto del volumen necesario a aportar, pero se sugiere administrar

Urgencias oncológicas

Dominique de Villers-Grandchamps Z.

CAPÍTULO 17