Previous Page  17 / 60 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 17 / 60 Next Page
Page Background

Neumol Pediatr 2015; 10 (4): 160 - 168

C o n t e n i d o d i s p o n i b l e e n h t t p : / / www. n e umo l o g i a - p e d i a t r i c a . cl

158

Tuberculosis extrapulmonar en niños

cicatriz frecuentemente calcificada, visible radiológicamente

(Complejo de Ranke). Cuando hay una adecuada respuesta

inmune protectora a la infección primaria, se desarrolla un

foco fibroso y en niños mayores un foco de caseificación y

posterior fibrosis; los ganglios regionales cicatrizan en meses; la

linfadenopatía puede persistir por años y en ella existir algunos

bacilos viables que eventualmente producirán enfermedad si la

capacidad inmune declina.

La formación de granulomas o caseum y la

calcificación son útiles para contener la infección y prevenir la

diseminación (el medio extracelular ácido, carente de O2, impide

la multiplicación bacilar y salida del foco inicial); si la lesión

avanza, la mayoría de veces lentamente, va alterando el órgano y

los síntomas aparecen cuando el daño es importante; en niños y

jóvenes la potencialidad de reparación del tejido pulmonar puede

minimizar la alteración y dejar escasa huella si se administra

tratamiento adecuado.

Los niños presentan formas de primoinfeción en

la mayoría de casos y su curación sucede en el 95% de los

inmunocompetentes infectados. Las formas secundarias de

reactivación o reinfección son frecuentes en adultos.

La transmisión de Mycobacterium no tuberculosis

al humano proviene de fuentes ambientales como aerosoles

provenientes de agua estancada, partículas de tierra o polvo.

Los animales parecen tener un rol importante en la transmisión

a humanos (14).

LATENCIA

El organismo infectado moviliza sus mecanismos

de defensa para contener los bacilos pero algunos pueden

sobrevivir y quedar en un estado de quiescencia, durmientes

o en “hibernación” dentro del macrófago el cual al no detectar

crecimiento bacteriano, deja de enviar estímulos a los CD8 y

CD4, haciendo que el bacilo se haga invisible para el sistema

inmune y pueda reactivarse después; en este estado de latencia,

aunque no es inerte, es imposible verlo o cultivarlo; su ADN si

es detectable. Esta situación se denomina infección latente, en

la cual el niño está asintomático pero la infección bacilar puede

demostrarse por la positividad tuberculínica u otras pruebas. Por

ser de especial relevancia en los niños debido a la posibilidad

de pasar en forma inadvertida hacia una enfermedad pulmonar o

diseminada, debe ser cuidadosamente controlada.

La respuesta inmunológica y el riesgo de infectarse

con el M. tuberculosis son complejos; parece existir cierta

resistencia natural pues el 50% de los expuestos no se infectan

pero la base inmunogenética de esta susceptibilidad diferencial,

asi como la infección latente es poco clara (15).

ENFERMEDAD

Cuando confluyen factores de riesgo, alrededor del

5% de los niños infectados se enferman apareciendo síntomas

respiratorios, constitucionales o generales, el 90% de casos

en el primer año después de la infección; entre el 5%-10%

desarrolla la enfermedad posteriormente.

Si la contención de la infección falla, el complejo

primario puede evolucionar hacia la enfermedad; en la mayoría

de casos el compromiso es parenquimatoso pulmonar; el material

necrótico se licúa y convierte en una secreción viscosa con

bacilos; el granuloma en crecimiento destruye el tejido vecino

y erosiona vasos y paredes alveolares y el material bacilar pasa

a otros alveolos con diseminación pulmonar primaria (neumonía

TB) o reblandecimiento de un ganglio drenado hacia un bronquio

(diseminación bronquial primaria); el material con bacilos

puede llegar a linfáticos o vasos y sembrarse prácticamente en

cualquier tejido u órgano por lo cual los niños pueden presentar

TB pulmonar progresiva o formas miliares y extrapulmonares

(ganglionar, meníngea, pleural, pericárdica, abdominal, osteo-

articular, cutánea, renal).

Los niños esporádicamente presentan cavernas

o formas “abiertas” de TB, bacilíferas (especialmente los

adolescentes); en general el compromiso pulmonar infantil es de

consolidación parenquimatosa o complejo primario evolutivo; las

poblaciones bacilares son de escaso número o paucibacilares

por lo cual se consideran en general poco bacilíferos.

Hay un aumento preocupante de formas congénitas

transmitidas vía transplacentaria hematógena, por ingestión

de líquido amniótico infectado o secreciones durante el parto

y de la neonatales (exposición del recién nacido a bacilífero,

usualmente la madre) (16). La leche materna no transmite el

Mycobacterium tuberculosis.

CONCLUSIÓN

La comprensión de la historia natural y la fisiopatogenia

de la infección y la enfermedad infantil por TB permiten

comprender su amplio espectro clínico y es la manera posible

de abordar su diagnóstico (17) pues la entrada al organismo,

la complejidad de la respuesta inmunológica que desencadena

y la forma de compromiso de tejidos y órganos en un espectro

tan amplio, requieren del conocimiento claro de su existencia,

formas heterogéneas de presentación y del correcto diagnóstico;

de ello somos responsables los médicos, en especial quienes

atendemos niños.

El autor declara no presentar conflicto de intereses