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Neumol Pediatr 2015; 10 (4): 160 - 168

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Tuberculosis extrapulmonar en niños

(7,8).

En los adolescentes, que es una población vulnerable

desde muchos puntos de vista (psicosocial, biológico) también se

incrementa el riesgo de desarrollar TB y usualmente presentan una

enfermedad pulmonar tipo adulto, suelen ser a menudo bacilíferos,

su presentación puede ser más insidiosa que en los lactantes y

preescolares y representan un desafío para el manejo (8).

DEFINICIONES

La TB extrapulmonar se refiere a cualquier caso

bacteriológicamente confirmado o clínicamente diagnosticado de

tuberculosis que involucra otros órganos que no sean los pulmones

(diseminada, pleura, pericardio, ganglios linfáticos, abdomen y

peritoneo, tracto genitourinario, piel, articulaciones, huesos y

meninges) (9,10).

Se considera caso probable de meningitis tuberculosa

a todo individuo con cuadro clínico de comienzo insidioso

consistente en fiebre, cefalea, náusea, vómito y signos de irritación

meníngea, con o sin cambios de conducta o convulsiones y que

tiene antecedentes de tuberculosis pulmonar o contacto con casos

bacilíferos (anterior o actual) y se denomina caso probable de otras

formas de TB extra-pulmonar a todo individuo con cuadro clínico

sugestivo de TB en riñones, huesos, ganglios linfáticos, órganos

genitales, pericardio, peritoneo, articulaciones, pleura u otra

localización extra-pulmonar, así como toda impresión diagnóstica

de TB extra-pulmonar en estudio (10).

La tuberculosis congénita, que algunos autores incluyen

como una variedad de la TB extrapulmonar, merece un capítulo

aparte (11).

FISIOPATOLOGÍA

Los niños tienen un elevado riesgo para presentar

tuberculosis extrapulmonar, presumiblemente por inmadurez de

su respuesta inmune, aunque los defectos que aumentan el riesgo

en esta población no son bien conocidos. La patogénesis de la

tuberculosis extrapulmonar en los adultos difiere de la de los niños,

en quienes es más común la progresión primaria por diseminación

linfohematógena, que la reactivación de una infección latente como

ocurre en los adulto (12,13).

Uno de los factores inmunológicos asociados con el

aumento en el riesgo de tuberculosis pulmonar es la proteína

quimiotáctica monocítica 1 (MCP-1 por sus siglas en inglés), que

recluta monocitos y linfocitos T y es importante en la formación

del granuloma. En adultos con tuberculosis pulmonar activa, se

han encontrado niveles más altos de MCP-1 que aquellos con

enfermedad extrapulmonar. En niños con tuberculosis pulmonar,

también se han descrito niveles elevados de MCP-1, pero no así en

pacientes con tuberculosis meníngea o miliar (12,13).

TUBERCULOSIS GANGLIONAR

En varios reportes (14,15), la tuberculosis ganglionar

intra y extratoráccica es la manifestación más frecuente de TB

extrapulmonar en pediatría ( Figura 1). La linfadenitis tuberculosa

se desarrolla en el 5-15% de niños con TB y la ruta de diseminación

más frecuente es la hematógena (10,16). El crecimiento del nódulo

linfoideo puede ser el único signo de infección en muchos de los

casos. Los nódulos linfáticos cervicales anteriores, los ganglios

posteriores, submandibulares y supraclaviculares son en su orden

los más frecuentemente comprometidos (16), usualmente de manera

unilateral. Sin embargo, la ubicación también puede ser bilateral o

afectar otras cadenas ganglionares como las axilares, mamarias,

mesentéricas e inguinales (3,10,14). Aunque hay que establecer

diagnóstico diferencial con enfermedades mielolinfoproliferativas,

micobacteriosis no tuberculosas y otras patologías infecciosas

virales o bacterianas, siempre que se presente una masa en cuello

de más de dos cm de diámetro y con una evolución mayor a un mes

se debe descartar como posible agente etiológico a la micobacteria

tuberculosa (3,10,16,17).

La linfadenopatía tuberculosa usualmente evoluciona

lenta y progresivamente, es indolora, los nódulos son elásticos y

adherentes a la piel, la cual se vuelve eritematosa o violácea en

cuanto la enfermedad progresa y puede ulcerarse y formar una

fístula entre el ganglio, tejido celular subcutáneo y la piel, conocida

como escrófula; también se puede acompañar de manifestaciones

constitucionales como fiebre de bajo grado, astenia y falta de

ganancia de peso (3,10,16).

Una historia de exposición a la enfermedad, evidencia

de enfermedad extralinfática y una prueba de tuberculina positiva

pueden orientar el diagnóstico, que se puede confirmar con una

biopsia por punción (18), biopsia excisional y demostración

del bacilo con los métodos de microbiología o histopatología

tradicionales o los modernos de biología molecular (Reacción en

Cadena de Polimerasa para mycobacterium tuberculosis-PCR-);

no obstante la ausencia del bacilo no excluye el diagnóstico y

algunos hallazgos histopatológicos o suma de criterios clínicos,

tuberculínicos, imagenológicos (radiografía de tórax que puede

demostrar anormalidades entre el 25-40% de los casos y ecografía

de cuello que ubica y define las características del compromiso

ganglionar) y epidemiológicos son fundamentales para apoyar la

presencia de adenitis tuberculosa. (3,10,16,17).

Figura 1.

Tuberculosis ganglionar intratorácica parahiliar izquierda y

granuloma pulmonar base izquierda. Niña de 5 años. (Archivo personal

del autor)